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Cómo ser creativo a la hora de resolver un conflicto



La mediación de conflictos más que un conjunto de técnicas es un proceso creativo de cambio social. Un proceso que busca transformar la interacción humana basada en ciclos de violencia destructiva a ciclos de interacción basados en la dignidad y respeto mutuo. Por lo tanto, la mediación incluye el reto particular de crear patrones de relacionamiento pacífico en el contexto de un ciclo de violencia.

Los promotores de la mediación creemos que todos los seres humanos tenemos la sabiduría y la capacidad creativa innata para construir nuestras propias soluciones. Si bien el acto creativo está dentro de nuestro potencial humano, éste requiere trascender los parámetros de lo que actualmente existe y ha existido para moverse a un paradigma nuevo.

Según John Paul Lederach, reconocido constructor de paz, la imaginación y la creatividad nos permiten cambiar nuestro mundo y la manera en que observamos las cosas. Nos dan el potencial de trascender una realidad indeseada mientras aún vivimos en ella. Nos permiten recordar que el futuro no es esclavo del pasado si estamos dispuestos a tomar ciertos riesgos pues, desafortunadamente, en algunas relaciones la violencia es lo conocido y la paz un misterio.

Sin embargo, el uso de la creatividad en la resolución de conflictos es la parte más compleja del proceso. A ella se llega luego de transitar un largo y -a veces doloroso- camino de introspección y análisis de la realidad. Pero una vez superada esta etapa se abre el espacio para nuevas ideas y se puede empezar a imaginar un contexto distinto.

Por eso gran parte del proceso de resolución de conflictos, bien sea la sanación de cualquier relación o la construcción de paz en cualquier ambiente, debe pasar primero por imaginar, soñar y tener la capacidad de crear nuevos y mejores hábitos. Para lograrlo, la pregunta con la que se debe partir es: ¿qué patrones necesitamos cambiar para lograr un buen desenlace en nuestro propósito? Nos vamos a encontrar con que la respuesta no es tan sencilla.

Entonces, ¿cómo hacer para poner a marchar nuestra creatividad, encontrar respuestas y desbloquearnos para finalmente mejorar las relaciones y lograr paz? Aquí te dejo dos consejos claves:

1. Gestionar el miedo:

Durante una mediación los participantes suelen iniciar el proceso con mucho miedo. ¿Miedo a qué? A la otra persona, al conflicto, a la mediación, al mediador, al resultado, a no tener las capacidades para afrontar la situación.

Y no puede ser para menos, pues el objetivo principal en una mediación o un diálogo es el cambio social y éste representa un reto muy grande para cualquier persona. No todos estamos dispuestos a re-imaginarnos, redefinir nuestra identidad, proyectar una nueva versión de nosotros mismos o cambiar nuestros patrones en un contexto que es desconocido.

Según Chad Ford, experimentado mediador en el medio oriente, cuando las personas experimentan miedo porque creen que sus problemas no tienen solución, dejan de hacer preguntas, dejan de ser creativos, dejan de escuchar y simplemente se defienden.

Mientras el miedo domine la conversación la creatividad no se hará presente. Por lo tanto, el primer punto a trabajar es aprender a gestionar el miedo. ¿Cómo lograrlo? En mi experiencia, esto sucede con una escucha empática, una escucha completa, libre de juicios, con total atención a nivel emocional, físico, y mental, devolviendo la dignidad a los individuos actores del conflicto. Cuando una persona se siente escuchada, se siente respetada, sale del ensimismamiento y está más dispuesta a abrirse emocionalmente.

2. Empoderar:

Los mediadores no podemos dar respuestas creativas al problema, pero si podemos ayudar a las personas a encontrar el coraje para intentar las soluciones que se les ocurran o que posiblemente ya conocen. ¿Cómo podemos ayudar a una persona a encontrar su valentía? ¿cómo podemos empoderar a un individuo en medio de un conflicto?

Podemos ayudarle a recobrar su dignidad y amor propio a partir de preguntas que lo lleven a conocerse interiormente: ¿cuáles son sus necesidades físicas o emocionales?, ¿qué ha faltado para que se haga responsable de su estado emocional?, ¿cómo puede aumentar su nivel de autorespeto? Si le ayudamos a un individuo a conocerse a un nivel más profundo, este tendrá la capacidad de imaginar un contexto distinto al actual.

Muchas veces las personas envueltas en un conflicto se suelen expresar desde el nivel de la ira. La ira es producto de necesidades insatisfechas, entonces nuestro trabajo como mediadores es enfocarnos en averiguar cuáles son éstas, e intentar conectarlas con las emociones a las que conllevan.

Según Marshall Rosenberg, autor de libros sobre Comunicación No Violenta, cuando nuestra conciencia logra enfocarse en lo que necesitamos, inicia el proceso creativo para determinar cuál es mejor alternativa para darle solución, contrario al estado previo donde solemos culpabilizarnos a nosotros mismo o a otros por nuestras circunstancias.

Por tanto, el punto de partida de cualquier mediación debe ser recuperar la humanidad de sus participantes, pues sólo una persona segura de sí misma tendrá la valentía para expresar una versión nueva de sí misma, sólo una persona cuya identidad no se sienta amenazada se atreverá a escuchar la versión de la otra parte, y sólo una persona empoderada podrá dar ese salto al vacío que implica modificar su forma de proyectarse al mundo.


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