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Manifiesto Magnolia

Magnolia es elevar a nuestra humanidad. 

Es reclamar el derecho a la alegría, aun cuando el dolor nos ha atravesado. 

Es no tener miedo a pensar distinto con tal de defender la vida. 

Magnolia es escuchar todas las voces y perspectivas. 

Es abrir los corazones y reconocer que somos parte de un tejido donde se cruzan todos los caminos. 

 

Magnolia es narrar las historias de valientes. 

Es dar voz a quienes, aun con sus heridas, crean espacios de esperanza. 

Es sanarnos mutuamente.


Magnolia es ser parte de un mismo tejido y habitantes de un mismo espacio, porque en realidad, nunca hemos sido extraños. 

Es encontrarnos en la sabiduría de la tierra, en el corazón del colibrí, en la independencia del cóndor, en la fuerza de un jaguar, en la visión del águila y la magia del quetzal.

Magnolia es un río que se limpia, una esperanza que se renueva.

Es la historia de una tierra, es la esencia de una abuela, es encontrarse en un abrazo, es unir todos los retazos.

Magnolia es caminar con serenidad hacia lo que nutre el alma, abandonando el odio y los miedos. 

 

Es refugiarse en la respiración y en la sensatez, cuando afuera todo parece oscurecer. 

Es tomar el camino ancestral para andar en los tiempos modernos.
Es también tener la certeza de que los cambios son buenos.

Magnolia es crear con la palabra. 

Es reconciliarnos con el cuerpo y el lenguaje. 

Es tomarse el tiempo para encontrar la paz en el silencio.

 

Magnolia es comprender que la salida del caos envolvente está en mirar hacia adentro para impactar el mundo. 

El Legado de las Magnolias:
Guardianas de la paz y la vida

En las Américas crece un árbol que es más antiguo que la humanidad.

Millones de años han pasado bajo su sombra y por millones de años ha entregado a la tierra las más preciosas —y tal vez las más primitivas—  flores: las Magnolias.

Si las Magnolias hablaran, te contarían de los tiempos en los que las abejas aún no existían y eran los místicos escarabajos los encargados de polinizarlas. Te contarían de los tiempos de paz y de violencia, y de la asombrosa capacidad de la vida para transformarse, adaptarse y renacer a pesar del dolor.

Si las Magnolias hablaran, te contarían una historia de dignidad y nobleza y también de perseverancia, feminidad y dulzura y así, tal vez, tú descubrirías que ahí, en ese equilibrio, se esconden las claves de la larga vida y la fortaleza del espíritu.

Si ellas hablaran, te invitarían a contemplarlas y, en silencio, en la calma de la presencia, sin darte cuenta, te envolverían en su perfume y te volverías a enamorar de la vida, aliviarían tu corazón y calmarían tus ansiedades.

Y si nosotros, como ellas, osáramos ser Magnolias, nos convertiríamos en curanderas del corazón, guardianas de la memoria, agentes de la vida y tejedoras de presentes y futuros de paz.

Seremos Magnolias y, como ellas, seremos millones.

Aquí empieza nuestra historia…

Historia

"Muchas generaciones  hemos vivido en países afectados por la guerra. Personalmente, crecí en Colombia, experimentando años de violencia que dejaron huellas en mi vida y en la de mis seres queridos. Aunque sentí en carne propia los estragos, entendí que las comunidades en áreas remotas sufrían aún más, enfrentando ataques constantes, desplazamientos, el olvido del estado y la indiferencia de quienes vivíamos en las ciudades.

Después del acuerdo de paz en Colombia, en el año 2016, varias organizaciones se centraron en satisfacer las necesidades básicas de los sobrevivientes del conflicto. Sin embargo, una necesidad crucial, a menudo pasada por alto, era la salud mental y emocional, no solo de las víctimas directas, sino de todos los que hemos vivido en países en guerra. ¿Cómo podría una mujer comenzar un nuevo empleo después de presenciar la tortura y masacre de su compañero? ¿Cómo podrían los jóvenes en los territorios, aspirar a una vida de empatía y armonía después de presenciar los horrores diarios de la guerra e intentar escapar - a veces sin suerte- de de los grupos armados? ¿Cómo podemos todos seguir nuestras rutinas diarias mientras las noticias nos bombardean con miles de vidas destrozadas por la guerra?

Es hora de dar voz a lo que rara vez se menciona: la salud mental y emocional. Así inicié en 2018 la Fundación Magnolia para la Paz y el Bienestar, con el propósito abordar este aspecto crucial de manera holística, integrando el cuerpo, las emociones y el espíritu.

 

Buscamos crear encuentros y amplificar palabras que sanen y restauren la paz interior y colectiva en el presente. También nos comprometemos a tejer un presente y futuro de paz, inclusión y dignidad, siendo guardianas de la memoria y la sabiduría para promover un entendimiento profundo de la paz interior y colectiva.

Estos propósitos no solo aplican a Colombia; los retos son compartidos en toda la región latinoamericana. Creemos que al sanar corazones a través de estrategias de salud mental, educación y saberes ancestrales, podemos contribuir significativamente a mitigar la pobreza.

¡Gracias por llegar y ser parte de este movimiento!"

Ana Carolina González P. 

Fundadora. 

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