Manifiesto Magnolia
Lo que florece dentro también transforma el mundo
Nuestro compromiso con los ODS.
Hay una dimensión del cambio que no siempre se nombra, pero que es esencial para cualquier transformación real: el trabajo interior. En la Fundación Magnolia lo hemos comprobado en procesos humanos y con otras organizaciones. La sostenibilidad comienza en el centro de uno mismo, no en los márgenes. Por eso, hoy queremos volver a una conversación urgente y necesaria: la del desarrollo interior.
En 2015, las Naciones Unidas presentaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) como una hoja de ruta ambiciosa y necesaria para hacer frente a los grandes desafíos globales: pobreza, desigualdad, crisis climática, acceso a la educación, salud universal, equidad de género, entre muchos otros. Ese marco nos dio una visión clara de qué necesitamos transformar.
Pero con el tiempo, algunas preguntas comenzaron a hacerse evidentes: ¿tenemos las capacidades internas necesarias para llevar a cabo estos cambios de forma consciente, sostenible y humana? ¿Podemos sostener la complejidad del mundo actual sin desarrollar también la compasión, la escucha, la flexibilidad, la presencia y el discernimiento?
Así, en 2020, nació el marco de los Inner Development Goals (IDG) —los Objetivos de Desarrollo Interno— como una respuesta a esas preguntas. Más de mil expertos, investigadores, profesionales del ámbito social, educativo, científico, organizacional y espiritual se reunieron para dar forma a un lenguaje que nos ayudara a nombrar lo invisible: las habilidades humanas necesarias para hacer posible la sostenibilidad.
Consideramos que los IDG no reemplazan a los ODS. Los acompañan. Los sostienen. Son su dimensión profunda. Su raíz.
Desde la Fundación Magnolia reconocemos en este marco un espejo de lo que llevamos años trabajando: la conexión entre el bienestar emocional, la empatía, la presencia consciente y la transformación social. Entendemos que nuestra tarea no es periférica, sino central. Porque no hay paz sin diálogo. No hay inclusión sin escucha. No hay resiliencia sin cuidado. No hay comunidad sin compasión.
En Magnolia, nos reconocemos como parte del ecosistema que hace posibles los ODS, desde otro nivel: el de lo invisible, lo humano, lo interior.
¿Qué cultivamos cuando hablamos de desarrollo interior? Los IDG proponen cinco dimensiones que también son semillas en nuestro trabajo diario:
1. Ser
Consideramos que todo comienza en la relación con uno mismo. Por eso creamos espacios donde el autocuidado, la calma y la escucha del cuerpo no son lujos, sino necesidades que permiten sostener la vida. En cada proceso que facilitamos, reconocemos la humanidad antes que el rol. Liderar, para Magnolia, es saber habitarse con suavidad y presencia.
2. Pensar
Nuestra forma de diseñar programas pone en diálogo lo ético, lo poético y lo estratégico. No simplificamos la complejidad, la abrazamos con pensamiento sistémico y sensibilidad. Cultivamos preguntas más que respuestas automáticas. Porque en un mundo que cambia a toda velocidad, detenerse a analizar y pensar con lucidez también es un acto político.
3. Relacionarse
Los espacios Magnolia son, ante todo, lugares seguros para el vínculo; los facilitamos desde la empatía, la ternura y el respeto mutuo. Practicamos el diálogo intercultural e intergeneracional, y creemos que ninguna transformación es posible sin comunidad. Somos una red que se protege y cuida.
4. Colaborar
No hacemos lo que hacemos por las personas, sino con ellas. Facilitamos procesos participativos, cocreativos, y lentos cuando hace falta. Sostenemos la diversidad de voces sin buscar uniformidad. Nuestra colaboración es escucha, cuidado, y ética relacional. Creemos en los caminos compartidos más que en las respuestas cerradas.
5. Actuar
Magnolia transforma desde lo concreto, a través de programas, talleres, laboratorios, y publicaciones. Pero cada acción está enraizada en valores. Actuamos desde la ternura radical, la cual no evita los conflictos, pero tampoco renuncia a la compasión. Decidimos con sentido. Hacemos sin dejar de Ser.
Estos aprendizajes no son accesorios. Son el núcleo. Trabajamos comprometidos con la tarea de cultivar bienestar real, no como una meta final, sino como una práctica diaria.
En Magnolia, creemos que el desarrollo sostenible solo es posible si se acompaña de transformación interior. Por eso trabajamos con personas, equipos y organizaciones comprometidas con la tarea de cultivar bienestar, no como un destino, sino como una práctica continua.
Diseñamos y facilitamos espacios de formación, escucha y fortalecimiento interior para quienes impulsan cambios sociales, culturales y ambientales. Sabemos que no se puede cuidar el mundo sin cuidar a quienes lo habitan.
Y que no basta con saber qué cambiar: necesitamos también preguntarnos cómo y desde dónde lo haremos.
Porque si el cambio no nace del respeto, el cuidado y la escucha, no es un cambio verdadero.
Si queremos un futuro más justo, más humano y habitable, el trabajo interior no es opcional. Es urgente. Es estructural.
Desde ahí trabajamos. Desde ahí tejemos alianzas. Y desde ahí, abrimos la puerta a nuevas colaboraciones con organizaciones, empresas, redes y financiadores que compartan esta visión.
¿Construimos juntos una cultura del bienestar, la paz y el cuidado?

El Legado de las Magnolias:
Guardianas de la paz y la vida
En las Américas crece un árbol que es más antiguo que la humanidad.
Millones de años han pasado bajo su sombra y por millones de años ha entregado a la tierra las más preciosas —y tal vez las más primitivas— flores: las Magnolias.
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Si las Magnolias hablaran, te contarían de los tiempos en los que las abejas aún no existían y eran los místicos escarabajos los encargados de polinizarlas. Te contarían de los tiempos de paz y de violencia, y de la asombrosa capacidad de la vida para transformarse, adaptarse y renacer a pesar del dolor.
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Si las Magnolias hablaran, te contarían una historia de dignidad y nobleza y también de perseverancia, feminidad y dulzura y así, tal vez, tú descubrirías que ahí, en ese equilibrio, se esconden las claves de la larga vida y la fortaleza del espíritu.
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Si ellas hablaran, te invitarían a contemplarlas y, en silencio, en la calma de la presencia, sin darte cuenta, te envolverían en su perfume y te volverías a enamorar de la vida, aliviarían tu corazón y calmarían tus ansiedades.
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Y si nosotros, como ellas, osáramos ser Magnolias, nos convertiríamos en curanderas del corazón, guardianas de la memoria, agentes de la vida y tejedoras de presentes y futuros de paz.
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Seremos Magnolias y, como ellas, seremos millones.
Aquí empieza nuestra historia…
